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VENGANZA ESPANTOSA

 

 

 

ESCRITO POR AMALIA DOMINGO SOLER 



Continuamente estoy recibiendo cartas pidiéndome que pregunte a los Espíritus el porqué demuchos sucesos verdaderamente interesantes y muchos de ellos terribles. No siempre puedocomplacer a mis amigos o hermanos; unas veces porque no quiero abusar de las comunicaciones paraconservar lo que yo necesito, que es la comunicación para mis trabajos literarios; quiero que los Espíritus no vean en mí un corre, ve y dile que les moleste con preguntas impertinentes para satisfacer la curiosidad de la ignorancia.


 No; yo cuando interrogo a los Espíritus, es para aprovechar sus narraciones y trasladarlas al papel publicándolas en los periódicos espiritistas, y de este modo mi trabajo es verdaderamente productivo, porque son muchos los que leen mis escritos y aprenden en ellos a saber sufrir y saber esperar.

Otras veces tengo que dar la callada por respuesta, porque el guía de mis trabajos literariosme dice sencillamente que no siempre se puede uno acercar al fuego (metafóricamente hablando),pues hay Espíritus cuya historia es tan terrible, y tanta su inferioridad y degradación, que van envueltosen espesas brumas y su fluido, no diremos que ocasione la muerte, pero sí produce un malestarindefinible, una angustia sin nombre, y en realidad tendrá que ser así, porque en la Tierra yo heexperimentado sensaciones dolorosísimas cuando, por  circunstancias fortuitas, he tenido que ir aciertos lugares donde se reunían seres inferiores, o he cruzado calles cuyo vecindario se componía de mujeres perdidas y hombres degradados.¡Qué fatiga! ¡Qué ansiedad! ¡Qué repugnancia! Yo creo que el Espíritu también debe sentirnáuseas cuando encuentra en su camino a un ser o seres malvados; podrá, pasada la primera impresión, dominarse y sentir compasión por los culpables, pero en el primer momento se rechaza con horror a tales seres inferiores. Yo recuerdo perfectamente que hace muchos años visité la cárcel de Barcelona; me acompañaba el alcaide y un escribano. Cuando llegamos al patio de la prisión y me detuve delante de una reja, me horroricé de ver aquel enjambre de hombres abyectos, medio desnudos muchos de ellos, que se acercaron a la reja, y me pedían cigarros sonriendo estúpidamente.¡Qué cabezas tan deprimidas! ¡Qué ademanes! Yo volví la cabeza y murmuré con amargura dirigiéndome al alcaide: ¿y éstos son hombres?-Pues fíjese en un preso que le voy a presentar, a ver qué sensación experimenta.Seguimos andando y entramos en una cocina muy limpia; todos sus utensilios estaban muy bien colocados y brillaban  las cacerolas de cobre como si tuvieran un baño de oro. Un hombre pequeño y rechoncho estaba afilando un cuchillo; al ver al alcaide se cuadró, sonriendo humildemente.Yo miré, y experimenté una sensación dolorísima, parecía que por todo mi cuerpo me clavaban agudas espinas y que martillos candentes golpeaban mis sienes. El alcaide (de intento sin duda), le dirigió la palabra, le hizo varias preguntas para que yo tuviera tiempo de contemplarle, pero me sentí tan mal que salí de la cocina con presteza pidiendo agua porque me ahogaba, y con vivísima curiosidad le dije al alcaide:-¿Qué ha hecho ese hombre? ¿Por qué está aquí?-Porque ha violado a sus tres hijas y las tres han tenido un hijo, que el padre y abuelo quería estrangular, pero las tres criaturas se han salvado y él marchará al presidio de Ceuta dentro de algunos días.-¡Qué horror! Ahora me explico por qué yo no podía estar cerca de ese hombre.Pues lo mismo que pasa con los criminales en la Tierra, lo mismo deberá pasar con los criminales del Espacio; yo lo que sé es que me hacen preguntas a las cuales no puedo contestar porque, como dice mi guía: Sufrirás demasiado, deja que los muertos entierren a sus muertos. Pero últimamente me ha escrito un espiritista de México, muy interesado por saber el principio de una tragedia ocurrida en el Manicomio de San Hipólito en México. En dicha casa de curación entró en setiembre del año 1894 un enfermo llamado Ambrosio Sásamo. Los médicos dijeron que tenía intoxicación por la marihuana y manía impulsiva y homicida; de fuerte constitución, muy bien musculado, tiene ya fuerza hercúlea y domina, sin exageración ninguna, a tres hombres. Pertenece a una familia de neurópatas. Su madre es una histérica, el padre un neurasténico, y el hijo mayor de dicho matrimonio es también un enfermo. Ambrosio se ha puesto él mismo el apodo de “el dios de la Tierra”. En el hospital se hizo célebre por su ferocidad; se golpeaba brutalmente, se desgarraba la ropay gritaba: ¿Quién como yo?Hace poco tiempo que ingresó en el hospital don Antonio Marrón, joven enfermo, pero no de locura; por un descuido que no se explica, entró Marrón en el patio donde se paseaba Ambrosio,llevando puesta la camisa de fuerza, acompañado de dos celadores; pero éstos, fueron llamados por alguien y se quedó solo el loco con Marrón, al que debió decirle: dadme la libertad, y Marrón le desató los lazos que sujetaban la camisa de fuerza y el loco quedó libre y dueño del campo, y sin pérdida detiempo, le puso la camisa a Marrón, lo cogió en brazos y se lo llevó a su celda, cerró la puerta y se quedó solo con su víctima. Nadie puede saber cómo ocurrió el terrible drama entre las tinieblas de la celda, pero los gritos de los demás locos atrajeron a los celadores, los que vieron horrorizados que Marrón estaba en el suelo con la camisa de fuerza  y los pies atados, y el loco de rodillas ante el cadáver forcejeaba por extraer una enorme alcayata, que él mismo había incrustado por cuarta vez en el cráneo de Marrón, y con tal fuerza debió clavarla el loco, que perforó el cráneo del infeliz Marrón  Y penetró en el pavimento.Sujetaron al loco a un interrogatorio, diciéndole:-    ¿Mataste a un hombre?-    Sí, señor.-   ¿Por qué?-    Porque me tienen amarrado y me canso de esta vida; quiero que me pasen a Belén.- Pero es que estás aquí por encontrarte enfermo.- No estoy enfermo.- Sí, estás loco.- No, señor; no, señor.- ¿Por qué eres tan malo?- Porque me tienen amarrado.- Si te soltaran serías bueno?- Sí, señor; sí, señor.Mucho más largo y más explícito es el relato que publica “El Imperial”, de México, del 8 dejunio último, pero con el extracto basta para hacerse cargo del terrible suceso ocurrido en el Manicomio de San Hipólito.Epílogo de una historia de crímenes tiene que ser la muerte del infeliz Marrón que, por una serie de circunstancias inexplicables, tuvo que quedar a merced de un loco terrible que nunca paseaba solo, al que siempre le acompañaban dos celadores, y acudir a aquel patio, destinado exclusivamente para esparcimiento de los locos, un joven que estaba muy bien recomendado por un hermano suyo al director del hospital, que pagaba espléndidamente su pensión, porque era muy rico, habiendo heredado últimamente los dos hermanos cien mil duros, y entrar precisamente en el patio en el momento en que los dos celadores dejaban solo al loco, confiados en que éste no podía hacer uso de sus brazos, mandar el loco, obedecer el cuerdo, y  con una rapidez extraordinaria, desarrollarse la terrible tragedia; esto... no es producto de la casualidad, aquí hay una causalidad espantosa, no se muere atormentado tan cruelmente sin antes haber cometido un delito semejante.

 

¿Cuándo lo cometió Marrón? ¿En qué época? La sombra de los siglos ha borrado las páginas escritas en un libro cuyas hojas ya no existen. ¡Vana pregunta! Los hechos de los hombre no se borran jamás; en la pizarra del infinito están escritas todas las cantidades de nuestros vicios, de nuestros atropellos, de nuestros crímenes; aquellas cifras imborrables están esperando que Dios haga la suma de todas ellas, pero Dios no la sumará nunca, porque una sola suma significaría la perfección absoluta de un Espíritu y la perfección sólo Dios la posee.* * *“Dices bien (me dice un Espíritu) siempre tendrán los hombre en los mundos y las almas en los  Espacios un cielo más que escalar y un abismo más donde caer; el progreso no tiene límites, el tiempo no tiene fin, los Espíritus son los exploradores eternos, los trabajadores incansables, los mineros del Universo, los aeronautas de la Creación; el día de la vida universal no tiene ocaso; la noche del reposo no existe.“Ahora bien, en esta historia de las humanidades, cuya primera hoja no se sabe con certeza en qué época se escribió, abundan episodios terroríficos, al par que encantadores idilios. Dueño cada Espíritu de emplear su tiempo según sus aspiraciones y sus deseos, se entrega a toda clase de excesos, mortificando unas veces su carne y otras degradando su inteligencia.“Ese epílogo de una historia, como tú llamas al suceso ocurrido en un manicomio, tienes razón al decir que es el desenlace de un drama. ¡Cuántos han tomado parte en él; hace tiempo que vienen luchando juntos! Cuatro son los actores que han desempeñado su papel en esa escena final, tres que estaban en la Tierra y uno en el Espacio. A grandes rasgos te trazaré un capítulo de la historia de esos desventurados; no estás tú en condiciones de penetrar muy a fondo en la vida íntima de cuatro Seres que han adquirido grandes responsabilidades, dejándose dominar por sus indómitas pasiones.“En una existencia no muy lejana, el que hoy se apellida , era un hombre feroz, indomable; por satisfacer sus lúbricos deseos, mancilló el honor de muchas mujeres y mató atraición y frente a frente (según se le presentaba la ocasión) a más de un marido burlado, a más de unpadre desesperado por el deshonor de su hija. Entre los hombres que murieron por sus manos habíaun conde que había lavado su honra con la muerte de su esposa y de su única hija, deshonradas por elmatador del conde; éste juró al morir perseguir eternamente al hombre que le había arrebatado sufelicidad, y al encarnar Ambrosio Sámano en la Tierra, su enemigo se apoderó de él y aún no lo hadejado.“Tú dices que para morir atormentado tan cruelmente, se debe haber cometido un delitosemejante, y estás en lo cierto al afirmarlo. El joven que ha muerto, por haberle perforado el cráneo, no cometió por su mano tal delito, pero presenció gozoso tal martirio, que lo sufrió un caudillo vencido por su deslealtad y su traición, y el ejecutor de tal crimen fue el Espíritu que juró no abandonar nunca al que hoy se llama .

 

Une a esos tres Espíritus una cadena de crímenes, cuyos eslabones los han ido forjando en diferentes existencias. El que hoy ha muerto (al parecer inocente)tiene muchas páginas escritas con sangre en el libro de su historia, y el Espíritu que obsede al de la Tierra> se ha vengado del matador y de la  víctima, pues los dos le han arrebatado, en otro tiempo, el honor, la fortuna y la felicidad; y hasta el hermano de la víctima de hoy ha contribuido a la realización de tal venganza, llevando al pobre enfermo al hospital donde debía morir, y ha sido él quien le abrió la puerta de tan triste lugar, porque en otro tiempo, siendo él gobernador de una fortaleza donde gemían prisioneros y prisioneras por mandato religioso, mujeres desdichadas que no queríanabjurar de su religión y querían, al mismo tiempo, conservar su virginidad, estas infelices, tenían que sucumbir ante las amenazas de hombres opulentos que penetraban en sus calabozos, embriagados yenloquecidos, y el gobernador era cómplice de tan  infames atropellos, dejando entrar a varios magnates, siendo uno de ellos el que hoy ha muerto a manos del . Ayer le abrió las puertas de una prisión, para que saciara sus brutales apetitos deshonrando a mujeres indefensas, ydespués le abrió las puertas de un hospital para que él muriera como había hecho morir a otro, con el cráneo perforado. Él se rió ayer de los momentos que pasó su víctima al morir, gozó con su agonía, y el ejecutor de aquella horrible muerte hoy levantó el brazo del que creéis loco, vengándose de los dos.Todos  ellos habían escrito la sentencia realizada hoy. ¿Entonces estaba escrito?, preguntas tú. Sí,estaba escrito, no por la fatalidad, estaba escrito por la serie de crímenes cometidos por todos ellos. El que pasa por loco no lo está, es víctima de su enemigo invisible; podrá la ciencia asegurar que pertenece a una familia de desequilibrados, que él mismo no está, pero tiene horas, tiene días, tiene noches que ve claro, muy claro, y dice: ¡No estoy loco! ¡No!; no lo estoy, siento que por mis venas corre plomo derretido, siento que mi cerebro estalla, que una manos de hierro oprimen la garganta, que tengo sed de sangre, y al mismo tiempo quisiera huir lejos, muy lejos de aquí para vivir tranquilo en los brazos de una mujer amada.“Compadeced a las víctimas de sus enemigos invisibles; sufren el más horrible de todos los tormentos, luchan con verdaderos titanes, cuya fuerza es tan poderosa que el hombre más fuerte de la Tierra cae vencido.“Comprendo que sufres relatando tantos horrores, pero todo es útil; así como los anatomistas hacen la autopsia de los cuerpos inertes para estudiar las enfermedades y los defectos orgánicos que tanto atormentan a la mayoría de los hombres, también es conveniente hablar de lo invisible, de los desconocido. ¿No se mira con el telescopio el mar del espacio donde navegan innumerables soles?;pues los misterios de ultratumba también merecen ser estudiados, porque sin conocer el desconocido se vive a ciegas, se llega al crimen sin remordimiento; y hora es ya que sepan los hombres que el infierno y la gloria existen, que no están arriba ni abajo, que los llevamos nosotros mismos, que cada Espíritu constituye su paraíso y su averno.“Adiós”.* * *Dice muy bien el Espíritu: es de gran utilidad levantar el velo que cubre la vida de ayer; en verdad que se sufre delatando crímenes, mas si las  heridas del cuerpo se curan cauterizándolas,apliquemos el cauterio de la revelación ultraterrena sobre los vicios incorregibles, sobre las pasiones, sobre los odios, sobre la venganza; pongamos de manifiesto lo malo que es ser malo y lo bueno que es ser bueno, y si con nuestros escritos un hombre se detiene en la pendiente de sus vicios, ¡bendito sea el trabajo empleado! ¡Un alma que se despierta y ve la luz, es un nuevo sol irradiando en el Universo!

 

 

TODO SE PAGA

 

 

Hace treinta años que conocí a Carlos y a Luisa; él era un joven pálido, enfermizo, de mirada
dulce y melancólica; ella era casi una niña, aún no sabía llevar el vestido largo; parecía el símbolo de la
modestia y de la humildad, y lo miraba fijamente al elegido de su corazón; me parece que aún los veo,
ella sentada en un antiguo sofá y él sentado en una silla apoyado en el respaldo del canapé, es decir,
en un brazo del mismo. Él la miraba fijamente, y ella con la cabeza inclinada y los ojos medio cerrados,
parecía que estaba magnetizada; ni uno ni otro pronunciaba una palabra, pues cuando habla el
corazón no hay intérpretes  para ese lenguaje divino. Ellos se aislaban de tal modo, que aunque
estaban rodeados de la familia de  ella y de varios amigos, no se mezclaban en la conversación
general, ni nadie osaba turbar su amoroso éxtasis; inspiraban respeto y admiración aquellos dos seres
que no parecían pertenecer a la Tierra, silenciosos, tranquilos, reservados y tan humildes que no se
atrevían a formular el menor deseo.
Luisa no tenía madre, y esto aumentaba su natural timidez; se veía que en su hogar era una
planta sin raíces, y Carlos era el rayo de sol que vigorizaba su frágil existencia.
Siguieron sus relaciones años y años, y aunque él adoraba a Luisa, por evitar graves disgustos
de familia, especialmente con su madre, que lo quería unir con una rica heredera, y no quería a Luisa
porque ésta era pobre, Carlos, tolerante por excelencia y aconsejado por Luisa que le decía: “No
quiero que le des disgustos a tu madre por causa mía; yo quiero tu alma, no quiero tu cuerpo, yo te
querré siempre lo mismo si permaneces soltero que si le das tu nombre a otra mujer: tu alma yo lo sé
que es mía, tu cuerpo será más tarde poseído por los gusanos; de todos modos tengo que perderte
años o años después; lo que es de la tierra, a la tierra vuelve; yo sé que las almas viven siempre, pues
viviendo siempre, nuestra unión será eterna”. Y Carlos, alentado por estas palabras, recordando la
frase de Dumas (padre), que decía: “La ciencia de la vida es confiar y esperar”; confiando en la justicia
de Dios y esperando el cumplimiento de sus eternas leyes, se consagró a su madre, sin dejar por esto
sus relaciones con Luisa. Diariamente le escribía amorosas epístolas, pues vivían muy lejos uno del
otro, trasmitiendo el telégrafo sus cuitas cuando alguna dolencia le impedía escribir, y así
transcurrieron ¡treinta años!, siendo las cartas de ambos tan apasionadas como en su juventud.
La madre de Carlos llegó a cumplir noventa años, y cuando menos se esperaba, Luisa cayó
gravemente  enferma. Sintiéndose morir, pidió que le telegrafiasen a Carlos su alarmante estado, y
Carlos acudió a su llamamiento para recibir su último suspiro, y después de cerrar piadosamente los
ojos de Luisa, aquellos ojos que tan amorosamente le habían mirado, el telégrafo le llamó de nuevo
para que acudiera al lado de su anciana madre que esperaba la llegada de su hijo para morir. Su
misión se había concluído en la Tierra; muerta Luisa, ya no tenía que servir de obstáculo a la felicidad
de nadie.
La muerte de aquella anciana me impresionó profundamente, hasta el punto que como útil
estudio le pregunté al guía de mis trabajos qué lazos, qué historia existía entre Luisa y aquella mujer
que se negó siempre a las súplicas de su hijo (al que tanto quería) y no se ablandó a sus ruegos,
consintiendo en verle triste y meditabundo repitiendo con firmeza: “Lo que es, mientras yo viva no te
casarás con ella”. ¿Por qué tanta oposición? Siendo Luisa de muy buena familia, querida de cuantos la
trataban, porque era un modelo de virtudes, ¿qué abismo había entre esos dos Espíritus que los
separaba, causando la desgracia de dos almas buenas?
* * *
“Veo que olvidas (me dice mi guía), lo que no debieras olvidar, y es que toda causa produce su
efecto, sin que nada pueda impedir o desviar el efecto, una vez producida la causa. Nadie puede eludir
esa ley, por elevado que sea el puesto que ocupe en la escala interminable de la evolución. Lo que hay
arriba es como lo que hay abajo, y la ley es una.
“Carlos y Luisa son dos Espíritus enlazados hace muchos siglos por un afecto poderosísimo;
por eso para ellos los obstáculos terrenales no existen para entibiar su cariño, ¡se aman!, y en esta
palabra está dicho todo.
“En su encarnación pasada se unieron ante los altares y una hija vino a aumentar su felicidad,
una niña cándida y buena, dulce y reflexiva, sensible y apasionada. Un joven del pueblo, un humilde
obrero, logró atraer su atención, y los dos se amaron con delirio, porque el amor es el gran igualitario
del Universo, es el que acorta todas las distancias; pero Carlos y Luisa querían para su hija un potentado, un noble que ciñera a sus sienes una corona ducal, y sus deseos se vieron cumplidos,
porque un noble con muchos pergaminos y un árbol genealógico lleno de escudos de nobleza ofreció a
la enamorada niña sus palacios, sus tesoros y su envidiable posición social; pero la niña contestó
resueltamente: 
infiel!>. Y cumplió fielmente su palabra; el humilde obrero fue deportado acusado de traidor a la patria,
muriendo en el destierro, y ella, su fiel prometida, vivió algún tiempo sin exhalar una queja. Sus padres
fueron inflexibles ante su dolor, y la joven murió perdonándoles su ceguera.
“¿Merecerían en esta existencia Carlos y Luisa disfrutar las delicias de un amor
correspondido? No; justo ha sido su sufrimiento y la madre de Carlos ha sido el instrumento de su
martirio; no podía morir antes que Luisa porque era preciso que se cumpliera la ley, ya que por ellos,
en su anterior existencia, murió en el destierro solo y abandonado un ser inocente, y el humilde obrero
de ayer, ha sido la madre inflexible de hoy. Ellos seguirán amándose, ellos conquistarán la tierra
prometida, ellos se purificarán por el sufrimiento y no ejercerán la tiranía con los Espíritus que les pidan
albergue en su hogar.
“La ley no es más que una; el que atropella, él mismo se atropella después; el que abusa de su
autoridad, es víctima de su abuso. De esto se ríen los ignorantes y los orgullosos, pero los hechos los
convencen a su debido tiempo, puesto que no puede ser dichoso el que ha causado la infelicidad de
otro. Adiós”.
* * *
Dice muy bien el Espíritu; no admiten muchos el Espiritismo porque no quieren conocer su
pequeñez y su miseria moral, pero ante la verdad no basta decir: no quiero creer que hay que inclinar
la cabeza ante la sentencia que pronuncia uno mismo, como la inclinaron Carlos y Luisa, que siendo
los dos muy buenos, muy sufridos, muy espirituales, tuvieron que vivir separados el uno del otro sin
poderse liberar del misterioso maleficio que les hacía sufrir una contrariedad perpetua, esperando
durante treinta años el indulto para un delito que ellos no sabían que habían cometido.
¡Cuánto hay que estudiar en la Biblia de la humanidad! Por ella sabemos que todo se paga.

 

LO QUE DAMOS ES LO QUE RECOGEMOS

 

“Vuestra vida es lo que os hagáis; el mundo no nos devuelve más que aquello que le damos”. 

Máximas americanas. 

Nada más cierto; recogemos lo que hemos sembrado, y ¡qué mala siembra habremos hecho 

los terrenales!, porque la mayoría de los habitantes de la Tierra no recogemos más que punzantes 

espinas. Leer los periódicos entristece, angustia, fatiga, porque no pasa un solo día que no se lea la 

descripción de horrorosos naufragios, de choques de trenes, de hundimientos de puentes, de ciclones 

devastadores, de erupciones volcánicas que arrastran ciudades florecientes, de incendios violentísimos 

que destruyen pueblos enteros, explosiones en las minas donde quedan sepultados centenares de 

mineros. Es tristísimo considerar el modo que se vive en la Tierra, porque los que no son víctimas de 

espantosas hecatombes, los que viven “al parecer”  con relativa tranquilidad, si se penetra en sus 

hogares, si se levanta una punta del velo que cubre su vida íntima, ¡qué cuadros tan tristes se 

contemplan! Familias formadas por enemigos irreconciliables, hacen ensayos de cariño, de tolerancia 

mutua; procuran dominar sus inexplicables antipatías, sus misteriosas aversiones, pero no siempre lo 

consiguen; a lo mejor, una chispa del odio mal apagado prende fuego y las rencillas, las envidias, la 

diferencia de carácter, se incendian como un montón de paja y se desarrollan esas tragedias en las 

cuales se produce la eterna historia de Caín y Abel, y si no se llega a final tan triste se vive muriendo 

bajo la tiranía de un padre déspota, de una madre tiránica, de un hermano egoísta, siendo los abusos 

de unos y de otros la moneda corriente en el gran mercado de la vida. 

¿Y esto es vivir? ¡No! Esto es pagar ojo por ojo y diente por diente, es beber de continuo la hiel 

y el vinagre que según cuenta la tradición le dieron a Cristo; es recibir herida tras herida, causadas por 

implacables desengaños; y si a esto se redujera la vida más valiera no haber nacido. 

* * * 

“Dices bien (me dice un Espíritu), si no hubiera más escenario para representar el eterno 

drama de la vida que la Tierra que habitas, Dios sería la injusticia personificada y el último reptil de la 

Tierra sería más feliz que el rey de la Creación (vulgo hombre), porque éste está sujeto a innumerables 

calamidades, comenzando por enfermedades incurables, por dolencias que conducen a la 

desesperación, como son la guerra, la parálisis, la carencia de los miembros más necesarios, como 

son los brazos , las manos, las piernas y los pies, la lengua, el oído y el entendimiento. Sufre el hombre 

tan variados y multiplicados tormentos, que si no tuviera en su vida un pasado y no le esperara un 

mañana, habría que renegar de haber nacido; pero,  afortunadamente, en la noche del tiempo, sin 

poder precisar la fecha fija, el hombre se encontró rey de las selvas, miró al cielo y sintió brotar de su 

pensamiento la llama intangible del deseo; contempló su cuerpo desnudo y experimentó la imperiosa 

necesidad de cubrir su desnudez; se vio fuerte y empleó su fortaleza en adquirir lo más indispensable 

para satisfacer las más apremiantes necesidades de la vida, y fue conquistando palmo a palmo el 

terreno suficiente para levantar sus tiendas y rodearse de sumisos servidores, de familias que 

satisficieran su sed de reproducción, y durante el transcurso de los siglos los patriarcas centenarios 

dejaron la Tierra, volviendo de nuevo a poblarla, pero yo no se contentaron con vivir entre las 

asperezas del bosque y la fragosidad de las montañas, levantaron ciudades y le pidieron a los magos y 

adivinos los secretos de su ciencia para destruir las tinieblas de la noche. 

“Comprendieron que la divisa de la Naturaleza, como dijo uno de vuestros pensadores, es la 

de . 

“Si dejáis de trabajar, moriréis moral, intelectual y físicamente, y la muerte ha sido siempre 

rechazada por los hombres que han sabido tener lucidez en su entendimiento; sólo se suicidan los 

desequilibrados; la completa destrucción sólo la busca el que no comprende el inmenso valor de la 

vida; por eso el trabajo ha sido, es y será la ley eterna, por la cual los hombres se regirán eternamente; 

y los actuales pobladores de la Tierra, todos, tienen su historia, todos vivieron ayer y vivirán mañana; 

todos han trabajado para crearse un medio de vida, empleando su inteligencia y sus pasiones, sus 

vicios y sus virtudes, sembrando cada uno la semilla que mejor le ha parecido y las circunstancias le 

han proporcionado, pues muchas veces un paso dado en falso hace resbalar y caer. Como la 

pendiente del vicio es tan resbaladiza, el hombre desciende por ella sin poder detenerse, porque dado el primer paso la caída es inevitable, y conociendo así, a veces, el error que encierran las caídas, o 

sean las reincidencias del delito, hasta llegar a acostumbrarse el Espíritu a la perversidad, se deja 

arrastrar por lo que llama fatalidad, la cual no es otra cosa que la costumbre del mal obrar. Todo vicio 

adquirido es un beodo insaciable, y mucho más que  vuestras costumbre y vuestras mal llamadas 

leyes, él empequeñece la órbita en la cual giran vuestros criminales, se le cierran todas las puertas y 

sólo le abren sus brazos los antros del vicio, de la degradación más humillante. 

“Siempre leo en tu pensamiento esta eterna pregunta: ¿Por qué Dios, que todo lo puede, no 

detiene al hombre en el borde del abismo y le dice: , y yo te contesto: ¿Y 

qué mérito tendría entonces la regeneración del hombre? Ninguno, absolutamente ninguno; sus luchas 

no tendrían la menor importancia, porque no le habrían servido de escarmiento; tanto valdría ser un 

 

santo como un réprobo, si al final de la jornada Dios le dijera:

voluntad>. El hombre ha sido creado para escalar todas las alturas, para afrontar todos los peligros, 

para descubrir todos los arcanos que guardan los mundos, para conocer todas las propiedades de la 

materia, para hacer uso de toda la fuerza de que dispone la Naturaleza, para ser sabio, para ser 

bueno; y para llegar a poseer la virtud y la ciencia es necesario que el hombre sepa por sí mismo lo 

que duelen las heridas del cuerpo y las heridas del alma, y la humillación que en sí lleva la ignorancia, 

la crueldad, la persistencia en el crimen. Sin el dolor de la caída no se puede apreciar el placer superior 

a la bajeza y a las miserias humanas. 

“La obra de Dios es perfecta, pero la perfección es una obra de titanes, y para perfeccionarse 

el Espíritu necesita la lucha incesante de los siglos. Los que vosotros llamáis desastres, calamidades, 

hecatombes, horrorosos acontecimientos ¿sabes para qué sirven? Para sanear la atmósfera de 

vuestro mundo, para librar a la humanidad de monstruos insaciables, para separar de vosotros a 

muchos caínes dispuestos a seguir sacrificando a sus hermanos. Cuando tengáis noticia que ha 

desaparecido una ciudad, aniquilada por el fuego o  la furia del huracán, o por estremecimientos 

geológicos, no creáis que Dios es injusto arrebatando de su hogar lo mismo al centenario que al 

pequeñuelo pendiente del pecho de su madre; la envoltura material no marca el adelanto del Espíritu; 

es su historia pasada, en su aspiración presente, la que pone de manifiesto su inferioridad o su 

elevación. 

“No es la caprichosa casualidad la que devasta un pueblo, es la ley de la compensación la que 

se cumple. Los crueles conquistadores, los que han gozado destruyendo las ciudades donde se 

albergaban los vencidos, tienen que sufrir el dolor que causaron a los otros, tienen que despertar 

aterrorizados y aturdidos, tienen que vagar sobre las humeantes ruinas de sus hogares sin darse 

cuenta del porqué en menos de un segundo han perdido cuanto poseían. En las leyes eternas todo es 

justo, no se conoce la imprevisión ni el olvido, todo llega a su tiempo; nadie recoge un átomo que no le 

pertenezca. Nadie lleva más carga que en justicia le corresponde, y por mucha que ella sea, no os 

abrumará su peso, porque tiene el Espíritu un depósito de fuerzas para resistir todo lo que en justicia le 

corresponde sobrellevar; si así no fuera Dios sería injusto y su justicia alteraría la marcha de los 

mundos, porque crearía obstáculos que harían saltar de sus órbitas a las inmensas moles que llevan 

en su seno otras humanidades. 

“Lo que demos es lo que recogemos”; esa es la ley, no hay que echar mano de subterfugios ni 

de componendas, no hay religiones que valgan, ni filosofías que alteren el orden de lo creado. Con la 

obra divina todo es inmutable, las minas del infinito siempre tienen sus pozos abiertos para que por 

ellos desciendan las humanidades y saquen el metal precioso del progreso y de la verdad. Sed buenos 

mineros, buscad en las montañas de la Tierra a los débiles y a los vencidos, dadles lo que les hace 

falta, luz para el alma y pan para el cuerpo, que de los ciegos y de los hambrientos salen los caínes de 

la humanidad. 

“¡Adiós!” 

* * * 

¡A cuántas consideraciones se presta la comunicación que he obtenido! ¡Cuántas verdades! 

Verdades desconsoladoras, amargas, pero verdades innegables, y esto es lo que debe buscarse en 

las comunidades de los Espíritus, la verdad sin velo, la enseñanza racional, el leal consejo para 

inclinarse a las prácticas de las virtudes, el convencimiento que sin la mejora individual los pueblos 

nunca serán libres, ni progresarán, ni se engrandecerán, ni conseguirán grabar su nombre en la historia patria, figurando como héroes, como redentores, como inspirados marinos llevando las naves a 

seguro puerto.

 

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